Calificar a un director como prolífico es caer en la trampa de la industria cinematográfica y guiar nuestro criterio por un parámetro de cantidad que muchas veces no tiene directa vinculación con la calidad del trabajo. Sin embargo, en el caso de Hong Sang Soo encontramos una valiosa excepción, pues con un ritmo de filmación envidiable y una calidad que siempre se destaca de la media, nos regala todos los años una película para disfrutar.

Resumir la trama de “Hill of Freedom” (자유의 언덕) en una sola frase es hablar de la historia de un amor no correspondido o mejor dicho, de correspondencia no respondida. Una discreta pero contundente pila de cartas cae por las escaleras; pequeño problema para Kwon (Seo Young-hwa), su destinataria, pues no hay en ninguna de ellas una fecha que las permita ordenar de acuerdo a los designios del calendario. Si hay un destinatario, necesariamente existe un remitente, y ahí es donde conocemos a Mori (Kase Ryo): japonés, enamorado e igualmente rechazado.

Empecinado en saber que ha sucedido con la depositaria de sus pasiones y emociones, Mori decide viajar a Seúl y allí averiguar el motivo de tan cruda indiferencia. Hospedado en un modesto hotel comenzará a vincularse con los habitúes del lugar, estableciendo un particular vínculo con Youngsun (Moon So-ri) , la dueña del café que da nombre a la película y donde nuestro protagonista pasará la mayor parte de su estadía. Mientras tanto, Kwon intentará desandar el camino que hay detrás de las cartas, tratando de encontrar un orden lógico a las palabras que Mori le ha dedicado durante todo este tiempo.

Trailer de Hill of Freedom

El desbarajuste cronológico de las escenas nos convertirá en cómplices de Mori, a la vez que el insensato silencio de Kwon nos sumirá en el mismo desconcierto que embarga al nipón enamorado. Hong ha demostrado gran pericia para ilustrar las relaciones humanas, siempre en un tono de comedia y con el soju como catalizador de las emociones.

Me aventuro a señalar que llegaremos pronto a una instancia en la que toda la sociedad coreana, con sus virtudes y miserias de por medio, estará retratada en la vasta filmografía de Hong Sang Soo. Su particular talento para convertir simples historias en atractivos relatos de lo cotidiano es un reaseguro para cada espectador que decide darle una nueva oportunidad a su cine.

El beneplácito del que goza en la escena internacional potencia aun más ese efecto y genera un círculo virtuoso en el que tanto el director como el público resultan beneficiados. Presentada en el Festival Internacional de Cine de Toronto del 2014 también formó parte de la sección “Orizzonti” del Festival Internacional de Cine de Venecia.

Fuente: HanCinema.net| Redacción y traducción: hiroshi |
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