El anime abordado desde el psicoanálisis ¿De qué hablamos cuando hablamos de anime?


Desde algún tiempo he aceptado el maravilloso reto personal y de esta plataforma de ideas. Mi reto es comenzar una conversación inicial entre el psicoanálisis y el anime.

Pese a las dificultades humanas que a todos nos rodean, nuestro compromiso con los tópicos tratados desde hace años es absoluta.

Sosteniendo el desafío.

Más allá del fenómeno del anime, nuevos desafíos fueron apareciendo: diversidad sexual, género, moral japonesa, tecnología y su impacto en la subjetividad, hikikomori, fujoshi, y la lista continúa. Cruzamos a Corea también y somos conscientes de los países alrededor y sus enormes poderes culturales. Particularmente a mí, península de Indochina la que más me atrae. El viaje ha sido muy nutritivo.

Mi intención es insistir con la misma metodología: Compartir un entrecruzamiento entre aquellos objetos culturales que recibimos (o vamos en busca de ellos) y explorarlas mediante el lente (por lo menos de este autor) del psicoanálisis y las psicologías, respecto de la diversidad de posicionamientos y sus lógicas de enunciación.

Abriendo terrenos. Buscando oraciones nuevas.

Ya desde el comienzo de este pequeño proyecto, desde mi terapia personal a mis compañeros de práctica pasando por el hermoso staff de XiahPop, todos me han acompañado en este terreno inhóspito. Sólo algunas elaboraciones clínicas, investigaciones y artículos de reflexión habían sido publicadas y algunos amigos y autores internacionales como David Parada Morales o David Mira Vergel (ambos colombianos) habían explorado este terreno junto con gran intención interpretativa, a la intrépida Melissa A. Fitch (EE.UU.) o la técnica Laura Tomás Avellana (España). Otros artículos habían quedado limitados a la intensidad clínica de los historiales respectivos (recuerdo uno fascinante de Jorge Mario Karam Rozo (Colombia) sobre la adopción de la figura de Naruto en un historial).

Se abría un gran terreno frente a nosotros y nos animaríamos a investigarlo, cada uno en solitario, sin saber que nos unía la práctica y muchos interrogantes similares. La diversidad de posiciones es saludable e invita a repensar representaciones históricas.

Definiendo posiciones.

La diversidad de posiciones frente a este terreno me ha permitido definir mi lugar, mi método en relación al objeto a conversar, sin ser nunca inocentes, entendemos como grupo la concepción de que en el acto de enunciar y definir, hacemos acto de poder simbólico, amarramos un adjetivo a un objeto. Y convocamos al diálogo, a la recursividad con los otros.

Específicamente hablando: ¿Cómo consideramos al anime? ¿Obra artística? ¿Qué es analizable de un anime? ¿Cuál es la materialidad del anime para poder trabajar, hablar, traducir de él? ¿Se puede considerar que algo debe ser traducido?  ¿Cuál es la posición subjetiva de una persona que opta por acudir repetidas veces a ver un anime?

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La cultura “otaku” ha recibido diversas reacciones alrededor. Objeto de quejas y reproches en materia de demandas sociales, maltratos o reacciones agresivas (como el bullying por ejemplo) pero también, como el expresa este meme, la cultura-anime cedería algunos rasgos al otaku que lo pondrían en ventaja en relación al resto: Más alegre, más auténtico, más fantasioso, más fantástico.

En artículos posteriores desarrollaré con más ahínco, coqueteando con los párrafos puedo decir y compartir que existen algunos tópicos en particular que me han ordenado en materia de transmitir esta modalidad de actividad.

Al anime le re-pregunto:

  • ¿Qué es lo que realmente anima el anime?
  • ¿Cómo diferenciamos la ficción de la realidad cuando existen personajes o representaciones de la transmisión de un determinado anime que se objetivizan en el espectador y se introducen en la vida del mismo? ¿Por qué un otaku no-japonés sueña con Hatake Kakashi, por ejemplo? ¿Por qué una otaku no-japonesa toma como esquema de vida un género determinado de manga-anime?
  • ¿Son el anime junto con las industrias-artes del cine y series las nuevas Bellas Artes de la Posmodernidad? ¿Es el anime literatura audio-visual infantil-adolescente?
  • ¿Se lee cuando se mira anime? Al anime: ¿Se lo lee o se lo escucha?

Para poder pensar sobre anime y su legitimidad como objeto digno de estudio he marcado mi posición en relación a:

  1. Realidad literaria del anime.
  2. Realidad psíquica del anime.

En términos de realidad literaria del anime lo que diferencia la realidad de la ficción y por qué la realidad humana siempre ha necesitado de la realidad ficcional. Ficción y fantasía: ¿Cuál es la consistencia de la ficción? ¿Una ficción es una mentira poética?

Por realidad psíquica del anime, diferenciaremos ficción de ficcionalización. La ficcionalización como necesidad humana de dar un relato sustituto a algo que no tiene única interpretación, dar relato, poner palabras, imaginar y suponer.

El anime en sus diversos géneros ha logrado re-transmitir viejas costumbres, valores y representaciones japonesas (que son humanas) y que han tenido una gran penetración en las costumbres actuales de esta tribu cultural.

Este maravilloso recurso parece dejar marca, si deja marca por lo menos existe algo del orden la escritura, aunque sea pictórica. Aquella escritura pictórica posee relatos: ¿Es al fin y al cabo el anime nuestro interpretante?

De esta manera nos volvemos a acompañarnos, transitando este camino juntos, con nuevas herramientas y sentimientos.

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“La vida se mueve como las olas. En toda vida hay períodos de avance y espera y períodos de retroceso y repliegue. Lo importante es reconocer las corrientes que impulsan una vida hacia adelante o la frenan” (…) “Pájaros del crepúsculo” de Hisako Matsubara.

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