

Sadako Sasaki era una niña fuerte y atlética. Cuando Sadako tenía dos años, cayó la bomba atómica en Hiroshima, en 1945. Fue años después cuando un día, mientras jugaba, cayó al suelo. A Sadako le diagnosticaron leucemia, la que por aquel entonces también era llamada “enfermedad de la bomba atómica”.
Mientras estaba hospitalizada, una amiga le contó a Sadako la leyenda de las grullas, y ella se puso manos a la obra, a construir 1000 grullas, pidiendo a los dioses como deseo poder correr otra vez. El 25 de octubre de 1955, antes de haber completado las 1000 grullas, Sadako murió, teniendo sólo 12 años. Nunca abandonó. Estuvo haciendo grullas hasta el momento de su muerte.
Poco después sus amigas publicaron un libro con su historia, y las cartas que Sadako escribió, y gracias a ello, consiguieron recaudar fondos para ayudar a los niños enfermos, y que se creara un monumento en honor a su amiga. El monumento reza: “This is our cry. This is our prayer. Peace in the world”. Se ha hecho tan famoso, que a día de hoy hay varias estatuas de Sadako en distintas ciudades del mundo, y existe la fundación Sadako para ayudar a los niños enfermos. Gracias a Sadako, la grulla de papel se ha convertido en un símbolo mundial de paz y amor.
Además, cuando alguien quiere pedir un deseo, hace 1000 grullas de papel en honor a Sadako, las enlaza con un hilo, y las pone en un sitio visible.
La fundación Sadako, si se las mandas, se compromete a dejarlas en la base de la estatua, donde hay miles de grullas que envía gente de todo el mundo. También se dice que hacer 1000 grullas y regalárselas a alguien es un gran gesto de preocupación, devoción y amor.
Aquí tienen un video de cómo doblar una grulla y empezar a llenar la casa de pajaritos…
Créditos: Las 1000 grullas from Makiko Sese on Vimeo.