“El gato que venía del cielo” nos sitúa en un pequeño poblado de las afueras de Tokio, ya próximos al final de Era Showa y con una pareja de mediana edad como protagonistas.

Mi vínculo con el mundo felino es relativamente nuevo, mucho más reciente que mi profunda admiración por la literatura japonesa. Dicen algunos que la humanidad está dividida entre aquellos que aman a los perros y los otros, los cultores del cariño gatuno, pero creo que esa división tajante ya no es tal. Solo sé que una vez que dejas que los encantos de un gato se apropien de tu persona, ya estás perdido; te convertirás en un adorador condicional de su galante existencia.

Por eso y siguiendo la temática, comparto con ustedes un pequeño comentario sobre “El gato que venía del cielo” de Takashi Hiraide, obra que tiene como protagonista a uno de estos animalitos.

Comentarios sobre “El gato que venía del cielo”

La casa que alquila esta pareja de mediana edad, ubicada en un enorme jardín, es el escenario principal del relato, pieza narrativa preciosista en su construcción y que se sirve de recursos descriptivos simples pero elaborados. Las inquietudes de la pareja pronto afloran y la maternidad postergada o los problemas económicos no tardan en poblar las líneas del texto. Aunque nunca despojándose de ese tinte de acuarela que tan bien maneja el autor, pues por momentos parece abandonar el trazo de su manuscrita para valerse del pincel. Hablar de trama es en este caso un exceso, pues Hiraide no fuerza en ningún momento el componente narrativo clásico, sino que con sutileza nos describe el día a día de los protagonistas y sus vecinos. Siendo Chibi, el gato que da título al libro, un interlocutor de esa existencia compartida.

En solo 160 páginas Takashi construye un mundo, le da cuerda y lo pone a andar, todo ello en un tono delicado y augusto.

El escritor trabajó durante años en el mercado editorial pero no fue hasta esta primera novela que decidió dar el gran paso con la narrativa. Para su sorpresa, la crítica lo recibió con los brazos abiertos y así también sus colegas, siendo premiado en varias oportunidades. Si desean conocer a “El gato que venía del cielo” pueden hacerlo a través de la traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés, publicada por Editorial Alfaguara en el 2014

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