Estamos inmersos en la rutina. Todos los días pasan de la misma forma sin que nada parezca alterarlos. Sin embargo, durante uno de ellos, cuando el  trabajo se convierte en nuestra única ocupación, una visita nos sorprende. Intentamos conciliar nuestro presente con vagos recuerdos que en algún rincón de nuestra memoria habíamos guardado y de a poco la nebulosa comienza a ordenarse. Sabemos quien es la dueña de ese bello rostro, pues tenemos su nombre marcado a fuego en nuestro pecho, pero durante un momento ignoramos saberlo, midiendo cada una de sus palabras y analizando sus gestos. Nos pellizcamos para saber si se trata de un sueño o es en realidad otro capitulo de nuestra vida. Claro está que el primer amor está condenado a ser inolvidable. En la mayoría de los casos nos marca de por vida, y no como una fatalidad, sino como un escalón necesario en la maduración sentimental que todo corazón sano tiene que atravesar para de esa manera poder disfrutar de manera plena las vueltas de la vida. Este es el punto de partida de nuestra película, “Architecture 101”.

Architecture 101 - Poster PromocionalEn primer lugar, para hablar de esta película es imposible ignorar el éxito que tuvo en los cines de Corea del Sur, ya que se ha convertido en una de las más taquilleras de los últimos años. Esto nos da al menos un indicio de lo que podemos encontrar cuando veamos el film del director Lee Yong Joo I.

Preferí dejar pasar unos días luego de ver la película para escribir esta reseña. A veces es necesario que las conciencias se calmen y se tomen un tiempo para reflexionar sobre lo vivido. En algunos casos, como en esta película, el paso del tiempo se vuelve extremo y en muchos casos es imposible recuperarlo. Las primeras clases de “Introducción a la Arquitectura” se convierten en el escenario para los primeros encuentros de nuestros protagonistas. A través de las preguntas que realiza un entusiasta profesor, se irán conociendo un poco más, y aun más importante, descubriendo facetas de su persona que desconocían completamente.

El hecho de que parte de la historia tenga su eje temporal en la década del 90, al menos para mi suma un detalle especial. Estamos acostumbrados a que el pasado está mas allá de la década del 80 del siglo anterior, y el hecho de que se le de un nuevo significado a esta década, resulta interesante. Se deja entrever como Corea del Sur se convierte en un país pujante económicamente y como ese proceso va creando diferencias sociales entre sus habitantes. El lujo comienza a convivir con las costumbres más arraigadas y esto genera diversas reacciones en los protagonistas.

Es necesario en este punto hablar de los personajes que hacen su aparición en los primeros momentos de la película. Seung Min, interpretado por Eom Tae Woong (엄태웅), es un arquitecto con una carrera bastante interesante, que pese a su considerable éxito está un poco hastiado de su trabajo bajo las órdenes de una gran compañía. Seo Yon, encarnada por Han Ga In (한가인), es una joven mujer independiente que en un determinado momento tiene la necesidad de encarar un proyecto personal que le de un nuevo color a su vida. Hasta ese momento, no sabemos mucho más de la historia personal de estos personajes, pero será cuestión de tiempo para que ese vacío en la trama comience a llenarse con detalles.

La arquitectura, por supuesto, atraviesa toda la película y es otro de los ejes fundamentales sobre los que se apoya la trama. Tanto por convertirse en la profesión de uno de sus protagonistas, como por ser el vínculo que une a otros personajes en su adolescencia, la metáfora de la construcción, el diseño, la necesidad de sentirse cómodos en un espacio y demás, sirven como excusa para narrar una historia. A su vez, es preciso destacar uno de los escenarios en los que transcurre la acción. Crecí y aun vivo en una ciudad en la que el mar es algo habitual, un escenario de todos los días, pero verlo reflejado en la pantalla me hace darle el valor que a veces por costumbre no se registrar. La isla de Jeju, se convierte en ese pequeño paraíso en el que la protagonista intenta recuperar parte de su pasado y sentar las bases para un futuro promisorio.

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Disfruto mucho de ese tipo de historias que se reconstruyen como un rompecabezas, a través de detalles aleatorios. Una canción o un boceto suelen servir como excusa para contar una historia. En este caso particular, no solo sucede eso, sino que cada una de esas piezas adquiere un singular valor para los protagonistas. Pero para seguir avanzando, es preciso conocer a la otra mitad, aquella relacionada con el pasado de los protagonistas.

Destacar a Suzy (수지) es una tarea que tampoco podemos dejar de lado. Se trata de su primera incursión en el mundo del cine y lo hace de manera excepcional. Debo confesar que tenia miedo a que la subjetividad interfiriera en mi percepción, pues es mi favorita dentro de Miss A, pero quedé gratamente sorprendido. De hecho, la critica fue bastante coincidente respecto del destaque positivo de esta jovencita.  Interpreta a Seo Yeon, pero en una versión que se remonta a los primeros años de la universidad. Es la encargada entonces de representar el pasado de nuestra protagonista y lo hace de manera maravillosa.

De nuevo el paso de las estaciones acompaña el tic tac incesante de los corazones. Es un recurso dramático al que recurren muchos realizadores, pero en este caso está muy bien utilizado, ya que no le quitan protagonismo a los personajes principales. Pequeños gestos, ligados a recuerdos de esa adolescencia en sus albores van tejiendo una historia a través de la cual los protagonistas se relacionan. El flashback es un recurso constante a lo largo de la película, pero en ningún momento resulta forzoso o incomodo. Todo lo contrario, fluye con la naturalidad con lo que lo hace la memoria de los protagonistas, y más allá de implicar un pequeño viaje en el tiempo, se convierte en una experiencia enriquecedora y que de a poco devela el verdadero carácter de la trama.

La música, como suele suceder en este tipo de películas, ocupa un lugar importante y de la mano de algunas canciones interpretadas por ídolos old school despertará en todos aquellos que la vean sensaciones de todo tipo. El soundtrack es verdaderamente bonito y no desentona para nada con las emociones de los personajes.

No terminamos, sin embargo, pues resta conocer a la versión joven de Seung Min. El papel en este caso recae en Lee Je Hoon (이제훈). Este joven actor no deja de sorprenderme. En cada una de sus interpretaciones (tuvimos oportunidad de ver su protagónico en “Bleak Night”) logra asumir con solidez las características del personaje que le toca representar y la naturalidad de sus expresiones lo convierten en un actor más que convincente. Todo eso lo hace uno de mis actores preferidos dentro cine contemporáneo de Corea. En esta película se destaca tanto en los momentos de comedia como en su punto fuerte, el tono dramático. Cada una de sus lagrimas transmite el mensaje que pensó el autor y el director soñó y logra conmover casi de manera automática al espectador. Al igual que con Suzy, el paso de la juventud a la madurez, representado por la duplicidad de actuaciones, surge de manera natural y no hace mas que dar prueba del trabajo de conjunto de todos los actores.

Por momentos, pequeñas situaciones tornan a la película en una comedia de enredos. En la afanosa costumbre por interrumpir el clímax, un vaso se agua fría es tirado por el director y cuando todo parece estar a punto caramelo, tenemos que volver a empezar. Nos quedamos siempre con ganas de que pase algo más entre los personajes, más allá de que la película nos tenga guardadas algunas sorpresas en ese sentido.

Creo que si sigo viendo películas de este estilo, terminaré con una novia coreana (ya quisiera). Las protagonistas de la película, son en extremo bonitas, o al menos a mi parecer. Sí, se que no estoy acá para hablar sobre su belleza, pero me tomo estas licencias. No creo que me estén leyendo. Todo suma a la hora de transmitir una emoción, una idea, y la elección de las actrices que interpretan a Seo Yeon ha sido muy acertada, ya que ambas combinan la cuota ideal de inocencia y nostalgia que es necesaria para que la trama se desenvuelva de manera perfecta. Dos bellas actrices, para encarnar a una misma mujer en dos momentos diferentes de su vida. Es sorprendente como Suzy es mucho más sugestiva y misteriosa que su versión crecida, en la que esa primera amargura da lugar a una ternura que intenta construirse como medio para alcanzar su objetivo. Los cuatro actores desempeñan sus papeles de manera impresionante, y no se nota fisura alguna en el proceso de crecimiento o el paso del tiempo.

Podría hablar más pero creo que fue suficiente ¿No? Si llegaron a esta altura, es porque los convencí. Los invito a verla este fin de semana. Espero sus comentarios y sus experiencias para con esta hermosa película.