El Bambú y la filosofía oriental


Hoy vamos a hablar del el Bambú en la filosofía oriental. Una de las cosas que caracterizan a este sitio es la gran variedad de temas que manejan, todos, con un enfoque en común, el amor por la cultura asiática.

Para comenzar, quisiera mostrarles una hermosa metáfora de parte de la exquisita cultura japonesa.

El bambú japonés

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se impacienta frente a la semilla sembrada, jalándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas ¡Crece, por favor!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer?

Filosofía oriental

Antes de continuar, y responder la pregunta que dejé abierta, déjenme mostrarles un poco mejor que intento decir aquí.

Hay gran controversia en torno a si existe o no una filosofía oriental. Algunos dicen que no hay tal pues sus creencias están muy alejadas de la lógica. Otros aseguran que sí, pues la filosofía es sabiduría y los orientales tienen mucha. Y la mayoría de los expertos se mantienen en el plano de “la filosofía es filosofía” no existen clasificaciones más que “sabiduría de diferentes puntos geográficos”.

¿Has oído esa frase de “velo todo con filosofía”?

Muchos han llegado a interpretarla como “ver todo con humor,” pero en realidad es lo que es: “ver todo con filosofía.” Es decir que saquemos alguna sabiduría de todo lo que sea que hayas experimentado.

Así que para evitar discusiones tomemos la filosofía oriental como la sabiduría de personas asiáticas.

¿Alguna vez te has topado con alguna práctica de la llamada escuela “new age”?

Todas estas escuelas que han salido para sanar cuerpo y mente a través de técnicas específicas: yoga, feng shui, retiros espirituales a la India, consultas de gurús…

¿Sabías que estas ideas gozan de mucho éxito comercial en occidente, dejando buenas ganancias a aquellos que logran ponerle un poco de ingenio?

Seguro has llegado a pensar que algunas son charlatanería barata y creo que algunas deben serlo. Pero la mayoría son sencillamente ideas orientales que alguien supo interpretar a la vida cotidiana de los occidentales y así tenemos otro gran “Best Seller.”

Esta búsqueda de filosofía oriental por parte de los occidentales comenzó como la búsqueda de sanar sus cuerpos.

Los seres humanos somos mucho más complejos de lo que éramos antes, hoy en día predominan los trastornos psicosomáticos, aquellos que afectan nuestro interior trayendo consecuencias en malestares físicos. Ya no se puede hacer la separación de mente y cuerpo y un buen ejemplo es el estrés, la enfermedad de nuestro siglo.

Y a nivel emocional, nuestros problemas son también mucho más complejos y sutiles que en el pasado. Ya no nos basta con satisfacer nuestras necesidades más básicas. Necesitamos satisfacer necesidades superiores, crecer como personas, dar sentido a nuestras vidas, encontrar un propósito o tener una “misión.”

Regresando al bambú…

Continuemos con el relato que inicié al principio de la nota. Aquí está la respuesta de la pregunta que se quedo abierta:

No, no creció en seis semanas solamente; la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento, que iba a tener después de siete años.

Tiempo para el crecimiento interno

En la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos de frustración, recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, puede ser de gran utilidad. Aceptar que “en tanto no bajemos los brazos” ni abandonemos por no “ver” el resultado que esperamos, no nos convierte en semillas infértiles, porque está sucediendo algo dentro nuestro, tal vez muy pequeño, pero está pasando.

Estamos creciendo, madurando. Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

¿Cuál es la novedad de la NEW AGE?

La NEW AGE no tiene nada de nuevo, la cultura asiática se ha caracterizado por la búsqueda de ser uno con el mundo desde milenarias épocas. De ahí la riqueza y exquisitez de sus relatos y el misticismo que encierra su cultura. Mientras que la filosofía occidental busca entenderse a uno mismo entendiendo al mundo de afuera, más apegada a encontrar la lógica, más científica.

Desafortunadamente, con los conocimientos orientales, solo se concentraban en fraternidades secretas y las enseñanzas de sus maestros solamente eran compartidas por sus miembros, de ahí que muchas vieron la luz hasta que el mundo de occidente entro en un contacto más profundo.

Ya no queremos entender el mundo, Albert Eintein, Issac Newton, Hohenheim de la luz y muchos más se preocuparon por cubrir lo más posible, ahora necesitamos entender que somos y a que venimos. De ahí la popularidad de la búsqueda de nuevas formas de llegar a lo más profundo de nuestro ser a través de técnicas milenarias: chinas, japonesas, indias son muy pero muy demandadas.

Es tu vida, tu búsqueda, tu decisión

La decisión de cambiar es, por supuesto, un derecho y una facultad individual, pero también un compromiso con uno mismo y una responsabilidad social.

Tal vez algún día plantes la semilla y decidas esperar paciente, o como en la imagen de arriba, donde se ve un camino cuyo destino es desconocido (como me encantan este tipo de imágenes donde puedes imaginar que hay más allá), puedas recorrerlo y averiguar que más hay.

Ya termino, solo te dejo una última frase que tal vez este día pueda ayudarte en lo que sea:

 Si aún no consigues lo que anhelas, no desesperes, quizá sólo estés echando raíces.

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