[Cine Coreano] “A Hard Day” de Kim Sung-Hoon


1862. La dinastía Joseon está pronta a desparecer. Corea se encuentra en plena debacle: malas cosechas, hambruna generalizada y una red de corrupción que se extiende en cada rincón de la nación. Las clases privilegiadas aumentan su fortuna a costa de la pobreza del resto del pueblo y los gobernantes, si no son cómplices, hacen la vista gorda frente a los delitos que se reproducen en cada uno de los poblados. Este es el escenario por el que nos conduce una voz en off durante los primeros minutos de “Kundo : Age of the Rampant” (군도:민란의 시대).

La única esperanza de los desamparados parece ser la banda de delincuentes identificada con el Clan Chusul, un grupo de hombres y mujeres con una larga tradición en la no siempre noble tarea de apropiarse de lo ajeno. Con el objetivo de desposeer a los más ricos y repartir el botín obtenido entre los pobres, este grupo recorre toda Corea imponiendo su particular “justicia redistributiva”. Como reza el dicho “ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón” y en este caso la empatía con la labor del Clan Chusul es inevitable, pues detrás de todo hay un objetivo tan noble como justificable.

En lugar de seguir con la descripción de algunos aspectos centrales de la trama, prefiero abocarme a la presentación de los protagonistas y así esclarecer otras cuestiones centrales del argumento. Dol Moo Chi, interpretado por el popular Ha Jung-Woo, es un pobre carnicero, profesión que en la sociedad de aquel entonces no gozaba de ningún tipo de estima, siendo tildada de indigna y bárbara. Su vida se reparte entre el trabajo y el cuidado de su madre y hermana, todo en el contexto generalizado de pobreza que anteriormente señalamos. Su antagonista es Jo Yoon (Gang Dong-Won), hijo ilegítimo de un poderoso noble de la región y joven ilustrado, particularmente afecto a las artes marciales. El destino de estos dos sujetos estará signado por la muerte temprana de sus seres queridos y ya en edad adulta, el apetito de venganza los enfrentará con consecuencias inesperadas para ambos.

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Pese a que la trama gira en torno a Dol Moo Chi y Jo Yoon, la historia se construye a partir de un elenco coral identificado directamente con los miembros del Clan Chusul. Siguiendo la lógica de otras películas dentro del género, cada uno de los personajes tiene una habilidad especial y no dudan en ponerla de manifiesto cuando las cosas pasan de claro a claroscuro. Entre ellos encontramos a Lee Kyoung-Young, quién interpreta a un monje budista avezado en técnicas de lucha de cuerpo a cuerpo, al igual que Lee Sung-Min, quién interpreta al líder del Clan. Cho Jin-Woong, quién tuvo en el 2014 un año dorado, interpreta a un funcionario publico caído en desgracia que opera como el cerebro de cada golpe criminal, mientras que Yoon Ji-Hye es una audaz mujer, letal con el arco y la flecha. Cada uno de estos personajes es protagonista de su propia historia y juntos contribuyen a la puesta en marcha de “Kundo”.

Creo que Dol Moo Chi, quién en determinado momento adoptará el nombre de Dochi, queda desdibujado frente al magnetismo de Jo Yoon, quien a mi entender se convierte en el verdadero protagonista de la película. Tanto su historia personal como la crueldad que demuestra en cada una de sus acciones lo convierten en uno de los villanos más logrados de los últimos años. La posibilidad de su redención queda abierta hasta el final y cada vez que aparece en la pantalla estamos esperando que de muestra cabal de la personalidad propia de un hombre tan inteligente como inescrupuloso. El papel de Dochi puede ser entendido en clave de antihéroe y en ese caso todo cobra sentido, pues su aparente torpeza es a veces la clave de los pasos de humor que encontramos a lo largo del film.

Hablar de “Kundo : Age of the Rampant” como una película coreana en clave de western es hacer una apreciación que replica de manera justa de lo que podemos encontrar en la pantalla. Para ser más precisos con nuestra descripción, podemos afirmar que el film de Yoon Jong-bin se pone en sintonía directa con el spaghetti western (adaptación europea del género nacido en Estados Unidos), subgénero que en múltiples oportunidades ha sido homenajeado ni más ni menos que por Quentin Tarantino. Las escenas de acción, la elección del score musical y los gags de humor se convierten en indicios evidentes de ese dinamismo propio de ese cine de cowboys que tuvo su expresión máxima durante la década del sesenta. Las particularidades propias de la sociedad coreana del siglo XIX se combinan perfectamente con esa propuesta y le dan a toda la película un cariz singular, convirtiéndola en una propuesta más que recomendable para todo aquel que quiera pasar un buen rato frente a la pantalla. Quizá podemos objetar la extensión de algunas escenas claves o los vericuetos que hay detrás de ciertos pasajes argumentales, pero eso no hace mella en la experiencia total del film.