[Educación] Declive del espíritu Zen japonés, crecimiento del ideal Seonbi coreano
“La vida se mueve como las olas. En toda vida hay períodos de avance y espera y períodos de retroceso y repliegue. Lo importante es reconocer las corrientes que impulsan una vida hacia adelante o la frenan.”[…] — Matsubara, Hisako. “Pájaros del crepúsculo”. 1985.
Nuestra actualidad es tan misteriosa que se evapora entre los dedos que intentan sellarla: nuevas tecnologías, medios de comunicación, realidad virtual, conquista de derechos civiles y abusos de lesa-humanidad al mismo tiempo, panorama mundial heterogéneo, redes sociales, generaciones enteras y diversas viviendo sobre nuevos “escenarios”. La esencia de este tiempo es la contradicción, la incertidumbre, la novedad, todo al mismo tiempo. La velocidad se ha inyectado en la información, en las imágenes. ¿Tanto han cambiado nuestros tiempos a los anteriores? Si bien Ana Bloj coincide con Baricco con una visión cartográfica y geológica, la dificultad para ubicar y prensar una noción de actualidad es sobrehumana. Las contradicciones están a la orden del día y las vastísimas producciones teóricas intentan plasmar algo de lo íntimamente humano: educar. Tal vez, el maldito y hereje de Sigmund nos ha jugado una reta, un trampa, nos donó una triste noticia: “Educar es imposible”.
Los tiempos actuales, a diferencia de nuestros antiguos, cuentan con una modesta indefinición a la totalidad de los escenarios de la vida: espacios laborales, educativos, políticos, económicos y de salud. El exponencial crecimiento de las culturas del entretenimiento ofrecen un rápido y bonito escape a los “tiempos líquidos” del decir de Bauman o a los “tiempos congelados” en el decir de Horacio Belgich. Promoción del consumo, discurso publicitario ampliado, se sostiene la “caída” de las viejas instituciones protectoras. El psicoanálisis grita “¡Era de goce!”, nadie lo escucha: Todos usan mascaradas, como en veladas orgíasticas entre vampiros. Nada coincide rápidamente, el desencuentro está a la orden del día, inter-intra-trans generacionalmente hablando.
En el contexto histórico-social actual, determinado por el modelo político-económico hegemónico, a saber, el Capitalismo, influenciado por el fuerte avance de las políticas neoliberales (propio de la década del 90) y su globalización, se acentuaron las desigualdades sociales y problemáticas en todos los ámbitos. Paulatinamente se vieron las rupturas de lazos sociales, generando desafiliación y marginación, a partir de una cultura que exalta el individualismo, el exitismo, la competitividad y el consumismo. Esta cultura, en tanto el fantasma aprehendido de la suma de todos los discursos actuales. El panorama internacional de globalización económica y cultural muestran a los soportes institucionales en su precariedad y desarticulación. Tal vez, el negocio del milenio sería el de la ortopedia institucional, quién sabe.
A este fascinante nido de cuestiones, agregamos la educación. Cóctel peligroso y libreto atrevido al mismo tiempo.
En lo profundo de mis inquietudes, tomo referencia de la milenaria e insular cultura japonesa; aislada naturalmente por los mares, aquella tierra posee la dinastía más antigua e ininterrumpida del mundo. Los japonólogos sostienen que el país insular ha podido sostenerse imperturbable frente a 3000 años de cambios e historia pura por sus estrictos valores y normas éticas. 3000 años, es tanto como el tiempo registrado del mundo-cultura que conocemos. La sociedad japonesa ha podido asimilar a su milenaria historia, no sólo las restricciones políticas impuestas tras sus brutalidades, sino también todo tipo de elementos novedosos, como lo es la era virtual. Tecnológicamente hablando, Japón es el futuro del mundo. Sideralmente, está un día adelantado a nuestros días, virtualmente, la distancia es amplísima.
Mientras que Japón atraviesa lo que los japonólogos llaman “el declive del espíritu zen”, contando con aumentos en los casos de violencia escolar, recrudecimiento de la mercantilización de la educación “El Gobierno no puede pagar la educación, son los padres los que tienen que hacerlo”, la dificultad idiomática y la problemática de la enorme oferta de universitarios. Datos a tener en cuenta.
Medito occidentalmente: Siendo la educación japonesa modelo en relación a los mecanismos de control y poder, ¿es el ideal solapado de la educación regional? ¿La educación asiática es el sueño de la educación occidental? Asintóticamente ambas formas de educación no parecieran encontrarse. Pongamos en duda aquello.
“El declive del espíritu zen”.
En Japón, la educación es obligatoria para los niveles de primaria y secundaria. Prácticamente todos los alumnos pasan al bachillerato, el cual es voluntario y los estudiantes pueden elegir 4 asignaturas que les ayude realmente en su proyecto de vida. La mayoría de los estudiantes asisten a escuelas públicas hasta la secundaria. El sistema educativo japonés jugó un importante papel durante la recuperación y rápido crecimiento económico durante las décadas posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial.
Sus inicios comienzan en los templos y altares que ofrecían cursos gratuitos de lectura, escritura y aritmética para toda la población. Los samurái asistían a sus propias escuelas para aprender dichas disciplinas y clásicos chinos. Los maestros enseñaban generalmente sin una paga y eran fuertemente respetados. Con estas escuelas semi-públicas como base, fue creado un sistema de educación pública moderno, agregando ideas europeas sobre educación, el cual ha permanecido casi inalterado hasta la actualidad.
En 1871, durante la era Meiji, se estableció el Ministerio de Educación basado en los sistemas de educación occidentales. La educación fue un asunto de alta prioridad para el gobierno, cuando el liderazgo del joven gobierno Meiji se percató de la necesidad de una educación pública universal en pos de un Japón moderno y occidentalizado. Misiones extranjeras fueron una medida para estudiar los sistemas educacionales de los países líderes de occidente.
A pesar de la occidentalización del sistema educacional, el gobierno mantenía un firme control para que se enseñaran los valores tradicionales de búsqueda del aprendizaje y moral en los estudiantes. Asimismo, y siguiendo una política militarizada y patriota, se pretendía inculcar una lealtad absoluta hacia el Emperador.
Esta tendencia de nacionalismo en la educación continuó hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, cuando Japón se rindió incondicionalmente a las fuerzas aliadas. Fue entonces que las autoridades de ocupación de los Estados Unidos de América abolieron el viejo sistema educacional, para sentar las bases del actual sistema educativo japonés.
La cultura japonesa (y sus tradiciones) suelen superponer las expectativas, metas y objetivos de la sociedad misma antes que los de los individuos. La escolarización también pone énfasis en la diligencia, la auto-crítica y la buena organización en los hábitos de estudio de los estudiantes. Existe una creencia generalizada de que la perseverancia y el trabajo duro llevarán al éxito en la vida. La mayoría de las escuelas públicas están evocadas parcial o totalmente a la enseñanza de valores morales, actitudes y en el desarrollo de la personalidad-carácter, con la esperanza de formar a una sociedad tanto en valores como en educación que cumplan con las expectativas de los valores tradicionales japoneses y acaben con el analfabetismo.
Al mismo tiempo, las proezas de la educación de la sociedad nipona están muy por encima de los estándares internacionales.
Los estudiantes japoneses constantemente están superando y aumentando posiciones en los rankings mundiales, y se encuentran cercanos a los primeros puestos en la mayoría de los exámenes matemáticos en los que participan. El sistema educacional nipón se caracteriza por una fuerte matriculación de alumnos y de su continuidad a lo largo del mismo.
Tradicionalmente Japón supo contar con un sistema educativo de alto nivel y rendimiento, acorde a sus estándares sociales, los cuales impulsaron a este sistema a proporcionar una alta exigencia a sus alumnos, pero también a lograr que éstos salieran adelante con gran éxito. En la actualidad, la situación ha cambiado, ahora las escuelas, universidades y otros centros educativos (tanto públicos como privados) compiten por atraer a los jóvenes (que debido a la escasa tasa de natalidad del país escasean), teniendo que bajar, para lograr sus objetivos y seguir funcionando, las exigencias y los niveles de sus exámenes de ingreso.
Las aulas se encuentran vacías si se compara al número de estudiantes con la capacidad que éstas tienen. En los centros de educación públicos, escuelas que fueron construidas para albergar a 1.000 estudiantes, algunas veces no llegan a tener ni un tercio de ese número. Desafortunadamente, esto no se compara a los tamaños de las aulas, las cuales suelen acomodar normalmente a entre 35 a 45 estudiantes cada una.
A esta somera descripción, Japón se presenta como un monumento a la lógica-moral gerontocrática, pero el japonólogo Jean-Claude Courdy planteaba muchos años atrás algunos de los rincones más espinosos que este país “aterciopelado” poseía. Solamente en 1977 se suicidaron 784 niños producto de los severos exámenes escolares. Courdy plantea que Japón “se ha resignado” frente a la problemática del suicidio infantil-juvenil en esta escolar.
“Según los psicólogos japoneses, los jóvenes se encuentran totalmente acaparados por su escuela, su club deportivo y su familia. Ya no realizan experiencias individuales y tienen cada vez menos posibilidades de rebelarse. El debilitamiento de la capacidad de rebelión que se agrega a la angustia del examen constituye uno de los factores de desesperación.” Los autores especializados en los principales sistemas educativos asiáticos, muy estrictos por cierto, sostienen que la educación es un campo de batalla, una competencia de elites. “La separación enseñanza general-enseñanza profesional a partir de los quince años determina ya una barrera social casi definitiva.”
En un documental europeo acerca de la educación japonesa, llamado “Japón, punto y aparte” una voz en off recita estas palabras: “Es Tokio, la aglomeración urbana más importante del mundo con 35 millones de personas, […] así es el rostro del primer mundo: el desarrollo, el capital, el libre mercado, la competitividad, el avance tecnológico. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en Londres o en Nueva York, esta sociedad no se levanta sobre la sacrosanta libertad del individuo y su capacidad emprendendora, sino sobre un principio de jerarquía y fuerza del grupo. Aquí prima el éxito colectivo sobre el éxito individual. Una vida basada en valores como la autodisciplina, el fortalecimiento interior y el respeto al otro; algo que puede denominarse mentalidad japonesa. Una identidad que se forja en la familia, pero también en la escuela.”
En el inicio del documental, se observa la vida de una familia que cuenta con tres niños, la madre entrevistada hace referencia que de los tres, el menor, es el único que es libre. El niño más pequeño, conjunto con el ideal social respecto de la niñez, se le permiten todas las manifestaciones lúdicas, recreativas y creativas posibles, sin intervención.
En el transcurso del mismo, el equipo del documental entrevista a una guía y joven docente, que les metaforiza la educación llenando con agua un balde que pende de dos cadenas. Ella dice: “Tenemos que hacerlo en su medida, ni más, ni menos. El cubo debe contener el agua necesaria y suficiente y si lo cargamos demasiado, se perderá toda. Es una de las enseñanzas fundamentales de Confucio,[…] es el Principio del Justo Medio.”
Haciendo incapié en la importancia de la infancia, el documentalista se acerca a un anciano abuelo de un niño en una fiesta escolar, y éste se muestra “preocupado por cada vez hay menos niños en Japón”.
Pero los puntos justos no siempre pueden alcanzarse, a eso nuestra historia local lo conoce a sobremanera. Hace veintes años el sistema educativa japonés era un ejemplo para el mundo. El país no conocía el paro, las escuelas y universidades eran muy exigentes y el fracaso escolar era prácticamente inexistente. Hoy poco queda de ello. Naotomi Umezawa ejecutivo del IIBC, explica a un diario occidental, que pese a poseer el examen universitario más duro del mundo: “El 45% de los trabajadores japoneses tiene un título universitario –es el tercer país del mundo con mayor número de licenciados– pero las tasas de desempleo de estos es muy alta, de un 15%. Las universidades japonesas, además, no dejan de bajar en los rankings internacionales. La universidad de Tokio, la más prestigiosa del país, no aparece en la mayoría de listas hasta la posición 30.”
Las tradiciones trasmitidas culturalmente en el país, parece chocar con lo mismo que se choca en nuestros meridianos: el futuro.
El inquebrantable y filosófico “Espíritu Seonbi”.
La creciente notoriedad de Corea del Sur a nivel mundial obedece a muchas visuales de su cultura: economía, entretenimiento, deportes, electrónica, educación. Los occidentales o extranjeros frecuentemente comentan acerca de la “pasión coreana por la educación”, detacándose desde hace ya 50 años. El “éxito” coreano en la actualidad, radica en lo que los mismos coreanos llaman “una larga tradición de respeto por la educación, como también por el respeto a los profesores.” Curiosidades religiosas y filosóficas de la zona, ya que por ejemplo, los únicos que tienen permitido no inclinarse frente al Emperador Japonés son los docentes del mismo país; ambos países coinciden en las profundas tradiciones heredadas por el respeto a la figura del profesor o el maestro, desde los tiempos del mismo Confucio.
Para entender la actualidad del sistema educativo coreano, que se ha destacado por ingresar en los más altos rankeos de sistemas educativos mundiales (compitiendo con Japón, y los países nórdicos) es lo que los nativos llaman: “El espíritu Seonbi”.
El espíritu Seonbi expresa la representación social, cultural, histórica y simbólica de un “espíritu noble, dignidad y nobleza de carácter”; siendo el Ideal-Seonbi la dirección y principal eje del la cultura coreana por siglos. Emanuel Pastreich un especialista en estudios asiáticos comparativos y residente en Corea, sostiene que: “El ideal Seonbi es un ideal de integración de aprendizaje y acción, conducta apropiada y compromiso moral”, también entendible como el arquetipo, la figura trans-cultural del samurái en Japón o del Caballero o Guerrero europeo.
La palabra “Seonbi” literalmente expresa la idea de “un hombre de buena voluntad y educación”. La figura del Seonbi nace junto con la Dinastía Joseon (1392-1910) la más notable en la península, siendo los Seonbi, aquellos eruditos que dedicaron sus enteras vidas a la auto-cultivación, principios morales y educación, a pesar de nacer en prodigiosas condiciones y asegurándoseles la más alta calidad educativa. El objetivo del Seonbi radicaría en “poner el práctica la educación”.
Corea entiende que el “éxito” de su sistema educativo radica en la raíz cultural de dicha figura histórica, devenido ideal en la actualidad.
De acuerdo con las enseñanzas de los maestros confucianos, un “Seonbi” no debe abandonar su virtud en la vida incluso debe dar la vida por ella. De hecho, durante la dinastía Joseon innumerables estudiosos sufrieron el destierro o la muerte, ya que decidieron permanecer fieles a sus princpios, en lugar de conseguir beneficios personales. Pese a dichas tensiones, un Seonbi mantenía profunda lealtad al Emperador como a su pueblo, el Seonbi había interiorizado todas las virtudes confucionistas de la antigüedad, volviéndose una de las primeras figuras históricas socialmente activas de la península.
El Seonbi estuvo estrechamente ligado a una estructura de institución particular coreana: el Seowon. Característica de mitad del siglo XVI, durante la Dinastía Joseon, el Seowon fue una academia privada confucionista, que mezclaba educación y santuario. En esta institución se educaba a sus eruditos y privilegiados estudiantes en materias morales y de servicio civil. Este énfasis cultural por el conocimiento y por la educación basaron como central el espíritu Seonbi, junto con su ideal como las estructuras nodales que determinarían las academias coreanas en la actualidad.
Corea ha reconocido que el siglo XX ha sido poco amable con la península, existen tres períodos básicos en la historia moderna que afectaron profundamente la institución escuela. Tres períodos:
- Antes de la Invasión Japonesa: Del cual no se han encontrado demasiados datos, se supone que contendría las tradiciones coreanas pero se destaca el papel político y cultural chino. (Antes 1909).
- Durante la Invasión Japonesa: El Imperialismo ultranacionalista buscó desintegrar la educación, la cultura y el idioma coreano durante los años de invasión. La península resistió como pudo, víctima de la violencia simbólica, histórica del Imperio del Sol.
- Independencia de Corea del Imperio Japonés (Segunda Guerra Mundial) y división de las Coreas: El destino de Corea sería doloroso, poco amable; pero tras la Independencia del Imperio, le tocaría dividirse entre Norte y Sur siendo un polvorín ideal para la materialización de la Guerra Fría entre la URSS y EE.UU. Pese a este detalle, Corea del Sur fue vehículo del softpower estadounidense.
Corea se enorgullece de estar ubicado en la actualidad entre los mejores sistemas educativos mundiales, considerándolo producto del “trabajo duro” y de la “pasión por el aprendizaje“. La historia moderna coreana considera que el producto de dicho éxito radicaría que a pesar de los hechos acontecidos en la década de 1960 después de la “División de las Coreas” y sus críticos cambios sociales, sólo pudieron subsistir gracias al “espíritu Seonbi” heredado del Confucionismo como la eterna devoción y respeto espiritual a los profesores. Los medios, el gobierno y la población coreana estiman la creación de instituciones after-hours conocidos como “Hagwons“, gracias a los cuales un niño promedio de 13 años duerme 4 horas promedio al día. Sólo algunos sospechan de dicha intensidad.
Los medios coreanos se han hecho eco alegremente de las referencias que Barack Obama y su Secretaría de Educación Arne Duncan al sistema, simplificando el fenómeno a “el puesto número 1, que hoy ocupa Corea del Sur” (Enero de 2014); solamente reforzando la intensidad del sistema. Pero en palabras de Lee Ju-Ho, Ministro de Educación:
“Ustedes los americanos ven el lado brillante del sistema coreano, pero los coreanos no se sienten contentos con él”.
Las contradicciones vuelven a estar a la orden del día. Tampoco menciones que las instituciones educativas coreanas se manejan en la lógica de educación privada, valiosa y cara.
Los medios de comunicación de la península explican elegantemente que el “éxito” del sistema radica en una pasión curiosa: “el aprendizaje”, “la educación”, el mismo que Freud sostenía que era imposible, la complejidad del ser humano hizo escribir al austríaco que “Educar es imposible”.
Pese a esto, la historia coreana ha sufrido más que el promedio, rodeada de gigantes, el tigre de la península ha tenido que sobrevivir resistiendo los avatares de todos los costados, abusado de mil manera, hoy encuentra en su propia historia la llave que le permite abrir la esencia de su cultura: silencio, presión e ideal de perfección.
Presente versus futuro.
El futuro parece ser aquella inseguridad absoluta, de muchas generaciones actualmente. Silvia Bleichmar comparte: “Lo que caracteriza a nuestra sociedad no es la exigencia, sino la falta de futuro.” En charla abierta, el pedagogo francés Philippe Meirieu plantea con su “Educar en la incertidumbre” muchas de las cuestiones que atentamente leíamos en otros autores: Vivimos en un mundo sin referencias, de aquí la incertidumbre. Este período de crisis en materia educativa, es “el reverso del vacío que instalamos en el corazón mismo de la sociedad.” Y esto implica la democracia. “El lugar del poder está vacío y debe seguir así.”
Coincidiendo con Ana Bloj, la “crisis educativa” a nivel mundial es “reforzada por el fenómeno sociológico de la desligazón entre generaciones, […] dándose también una aceleración de la historia.” Diana Cohen Agrest escribe para la revista ADN Cultura del diario La Nación Argentina “Persiguiendo el tener, nos perdemos de ser. Porque Cronos devora sus hijos sin excepciones ni favoritismos: el presente es un pasaje hacia el pasado, y el futuro también lo será. Destino fatal de todo lo viviente.”
La globalización al modo de un alud es más rápida que cualquier dispositivo de cualquier institución moderna. A poco, unos esfuerzos nos ayudan a combatir la fuerza de esta corriente virtual-acuática-eléctrica. Al modo en el cual este ensayo se animó a moverse con el supuesto básico “los japoneses son estables, busquémoslos, sus rígidos códigos de ética y moral deben esconder algo.” Algo no sabemos qué. Lo que escondían era el ideal zen de educación, el ideal Conocimiento-Moral-Cuerpo. Pero el zen es demasiado tranquilo a los tiempos actuales, Luc Ferry plantea violentamente lo mismo que Meirieu: “la desposesión democrática que padece el ciudadano de hoy. […] El incesante y formidable desarrollo de la técnica, ligado al despegue económico y en gran medida financiado por él, de ahí que el aumento de poder que los hombres ejercen sobre el mundo se haya convertido en un proceso totalmente automático-“sin sujeto”, un proceso incontrolable e incluso ciego.”
La escuela, la educación, en nuestra actualidad ya no está ligada como un espacio de intercambio propiamente dicho, por el contrario, aquellos espacios se virtualizaron: uno puede comentar lo que piense sin meditarlo en cualquier sitio virtual, eso ha creado por ejemplo la figura del netizen. Los Netizen expresan sus opiniones escondidos en sus teclados, en sus pantallas. De allí también la problemática del Cyber-Bullying, donde un usuario crea una cuenta fantasma y comienza un hostigamiento virtual a una persona determinada, vía redes sociales. Como sostiene Diana Shovaler de Litviniff: “La cultura del consumo y la ilusión del cumplimiento inmediato de los deseos promovida por las tecnologías modernas no sólo configuran un sujeto vaporoso, oculto tras el objeto que consume, sino también un ser perseguido y con culpa, en la mayoría de los casos, por no poder alcanzar los grados de placer establecidos.”
La figura de la escuela hoy ya no es la misma que en el pasado, lo que educa hoy no es el conocimiento, sino el entretenimiento. El entretenimiento y el ocio son los adalides de la transmisión de información, de concientización, de campañas que apunten a la reflexión. Si uno observa series de problemática adolescente-primera adultez, notará que la figura de la escuela está solapada por la subjetividad de sus integrantes:
- La serie inglesa “Skins” cuenta con un grupo de adolescentes de diversas características y problemáticas que transitan una escuela la cual es espacio para otro tipo de actividades: organización de fiestas, charlas entre los mismos, consumo.
- La actual serie de la misma nacionalidad “Bad Education” se jacta en el argumento de contar con “el peor profesor de toda la educación inglesa” como protagonista.
- La serie española “Física o Química”, cuenta con el mismo formato y su argumento se centraba en visualizar las miserias de alumnos y profesores, donde el espacio escolar era secundario, siendo un hábitat al que azarosamente todos habían caído.
- La serie argentina “Presentes”siguió con estos formatos y realizó una sensible y madura expresión de la vida de un grupo de jóvenes argentinos y su paso por la institución-escuela; ingeniosa, cae en el mismo lugar que sus compañeras: la escuela termina siendo un espacio de hábitat, más no la protagonista. El protagonismo lo poseen los actores, sus discursos, sus historias.
- El anime “Death Note” cuenta la historia del promedio número 1 de Japón, al cual un shinigami le arroja un libro sobre el cual podrá, con el simple hecho de escribir el nombre de la persona desea, hacerla morir sin implicarse. Es curioso porque durante el primer episodio de dicha historia, el protagonista habita su tradicional escuela japonesa, repitiendo esta frase: “El mundo está podrido”.
La educación es un espacio de socialización, pero también posee una riqueza simbólica crucial: “la educación es para el aplazamiento” dice Meirieu, no para la frustración. “Educar a un chico es ayudarlo a renuncia a su narcisismo”. La fragilidad de las subjetividades y de las instituciones no puede hacernos tropezar más de lo que hacemos, como lo sostienen Duschatzky y Corea: “La escuela ya no se trata de una mudanza decretada por el estado, sino de una travesía decidida por el deseo y la obstinación.”
Silvia Bleichmar expresa: “Hay procesos espontáneos de re-subjetivización. La escuela es un lugar indudable de inclusión y re-subjetivación. ¿Qué quiere decir subjetivación? Quiere decir formación del sujeto, quiere secir herramientas, no para la producción, sino para la socialización.”
Todos los autores que he revisado insisten en la restitución de figuras, más allá o más acá, y tomar con creces las nuevas funciones que nos deparan los estos tiempos acuáticos. Y al fin y al cabo, globalización, expulsión, problemáticas nuevas, nuevas ciudadanía: enigmática la palabra está encerrada en la pantalla. De nosotros dependerá, poder traducir la imagen a palabra. De allí la fascinante experiencia humana de intercambiar.
Ya en el 2009, el diario virtual “The economist” apuntaba “They need another hero” en un artículo del 29 de Octubre. “Ellos necesitan un nuevo héroe” en relación a las nuevas complejidades de la zona, especialmente ligadas a la larga tradición cultural que presionan fuertemente a las inseguras nuevas generaciones. La idea va más allá, tal vez este “nuevo héroe” no es otro que el del lazo menos competitivo.
“La gente, sus corazones se ensombrecen si no hablan con los demás. Aunque sean conversaciones ociosas, al hablar con otra persona sentimos los lazos que nos unen con lo que nos rodean y así, uno se acuerda de dar las gracias por seguir vivo. En eso consiste vivir.” […] — Kishimoto, Masashi. Parlamento de Jiraiya a Hatake Kakashi. “Naruto Shippuden”. 1999-2014.