“Kaze Tachinu” de Hayao Miyazaki
Retomando un proyecto que había iniciado años atrás e inspirándose en la historia del ingeniero aeronáutico Jirō Horikoshi (novelada por Tatsuo Hori), Miyazaki nos invita con “Kaze Tachinu” a transitar las primeras décadas del siglo XX y descubrir parte de la historia de Japón en estrecha relación con la biografía personal del protagonista.Comenzamos por conocer a un pequeño Jirō, que en las puertas de la adolescencia ya sueña con surcar los cielos. Su miopía no es obstáculo para dejar volar la imaginación y siempre que tiene la oportunidad aprovecha para adentrarse un poco más en el mundo de la aeronáutica, disciplina que en los primeros años del siglo XX aun era todo un hallazgo y maravillaba al mundo. En esa época Japón aun guardaba resabios de su reciente pasado feudal, mientras realizaba esfuerzos sobrehumanos para entrar a la modernidad por la puerta grande. Miyazaki sabe muy bien que el futuro es patrimonio de los soñadores, y es por eso que desde el primer momento nos contagia con el entusiasmo y los ideales de este joven entusiasta. Pasados algunos minutos de “Kaze Tachinu“, la causa de Horikoshi ya es la nuestra.
Miyazaki no pierde la oportunidad para manifestar nuevamente su profundo antibelicismo, postura política que lo ha caracterizado y que a su vez fue una de las características que se destacaron en la vida de Horikoshi, un hombre que pese a servir a las fuerzas armadas del Imperio Japonés, consideraba que los aviones no eran instrumentos de guerra, sino el vehículo de los soñadores. Esa postura le valió mas de un dolor de cabeza con sus superiores, pero hasta el último día de su vida se mantuvo incólume con sus ideales, sorteando los avatares del militarismo y dejando su impronta en cada uno de los aviones que desarrolló, particularmente en el Zero, su avión estrella.
El trabajo en la animación es simplemente hermoso. Si hay algo que siempre destaqué de Studio Ghibli es la administración y el gusto que tienen al momento de colorear cada una de las escenas, casi como si dispusieran de una paleta cromática que les es exclusiva. Con la saturación justa, los verdes de Ghibli son los más bellos del cine y el cielo se convierte en un espectáculo tan vasto como majestuoso. “Kaze Tachinu” le permitió a los ilustradores llevar esa condición a un plano que excede la norma; teniendo especial cuidado en los detalles y tratando en igualdad de condiciones los rasgos de los protagonistas como los de cada una de las personas que aparecen en pantalla. Hay planos generales que son una verdadera obra de miniaturismo, excelsas pinturas en movimiento.
La película no estuvo exenta de criticas de parte del amplio espectro político de Japón, pues irrito a sectores conservadores y de izquierda por igual, pues la discusión sobre la reforma del Articulo 9º de la Constitución ocupaba la agenda de la discusión pública en el momento en que el film fue estrenado. Miyazaki estuvo a la altura de las circunstancias y no esquivó los comentarios adversos, replicándolos con la educación que siempre lo caracterizó y dejando siempre en alto su postura pacifista.
Por Hiroshi