[Manga] El mundo de Taiyo Matsumoto
Taiyo Matsumoto nació en Tokio y creció en un orfanato en Kansai. Tenía el sueño de convertirse en un jugador de fútbol, pero terminó dedicándose al manga, llegando a ser uno de los ilustradores más reconocidos en todo el mundo.
Su particular estilo gráfico, que se destaca del manga más convencional, captó el interés de Occidente y lo llevó a ganar numerosos premios en Europa y adaptar sus mangas a cine y televisión.
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Fue a través de su primo Inoue Santa –también mangaka -que después de la secundaria se terminó acercando a este mundo. Así descubrió grandes artistas como Katsuhiro Otomo (Akira) y Seiki Tsuchida (Under the same Moon), cuya influencia marcó a toda una generación de artistas que no podían hacer otra cosa que admirarlos.
Años después viajó a Francia y descubrió las bande dessinée (cómics de origen belga y francés) de Bilal y Mœbius, y quedó impresionado por su arte. La influencia de estos artistas es palpable en su estilo, sobre todo si observamos obras como Número 5 (2000), con sus paisajes onírico-futuristas.
Cada viñeta es recargada de detalles y esto puede hacer difícil su digestión para un lector promedio, pero vale la pena dedicarle tiempo. Su trazo, a veces es cercano al garabato, a veces a una pintura de sumi-e, como sucede en Takemitsu Zamurai (2006), relato que sigue la vida de un samurai en el período Edo.
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El ritmo de la historia suele ser lento, intercalado con momentos de acción. Cuando esto sucede, el punto de vista pierde su equilibrio para tomar perspectivas extravagantes, transformando totalmente la escena. No es por nada que gran parte de sus historias sean acerca de deportistas. Uno de los más conocidos es Ping Pong (1996), donde seguimos a dos amigos de toda la vida en una sucesión de partidos. En 2014 se convirtió en anime de la mano del reconocido director Masaaki Yuasa (Mind Game, The Tatami Galaxy).
“Prefiero dibujar historias de deporte donde la acción pueda ser dibujada más naturalmente, en comparación a algo como los comics de gangters.”
Si bien encontramos personajes mayores – boxeadores melancólicos a punto de retirarse como en Straight (1989) – es notable el protagonismo de los niños a lo largo de su obra. Tekkonkinkreet (1993)y Sunny (2010), entre otros, giran alrededor de niños, aunque con un punto de vista particular en cada uno.
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En Tekkonkinkreet un grupo de yakuzas quiere transformar la ciudad en una especie de Disneyland y dos niños huérfanos -Kuro (Negro) y Shiro (Blanco)- salen a su rescate. Mientras que en Sunny seguimos la vida de un grupo de chicos que viven en un orfanato, cuyo escape a la realidad es reunirse en un viejo auto abandonado. Esta última historia está basada en hechos reales de la vida de Matsumoto.
“Tekkonkinkreet representa el mundo en el solía soñar cuando era niño, Sunny está más cerca de la realidad. La realidad es más… ¿Cómo decirlo? Amarga.”
No fue una decisión fácil escribir sobre su propia experiencia como niño huérfano creciendo en un orfanato. Pasó años pensando en las consecuencias que tendría, tanto para él como para las personas involucradas. Por otro lado, temía que con los años su visión se volviese más nostálgica e idealizada y fuese incapaz de escribir sobre ello de una forma realista. Esta idea fue lo que finalmente lo impulsó a decidirse y realizar el manga.
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En cuanto a su proceso creativo, suele comenzar por el trabajo de arte antes que la historia. La mayoría de las veces trabaja sin asistentes. En su lugar, su mujer Saho Tono –también ilustradora/mangaka- lo ayuda en los últimos detalles y lo guía en el proceso de edición. Sin embargo, esto es algo bastante inusual en la industria del manga, que en Japón alcanza una magnitud inimaginable. Las series se publican semanalmente y si las ventas no son lo suficientemente buenas, se cancelan inmediatamente. Esto produce que los autores intenten complacer a la audiencia y que las historias y estilos terminen pareciéndose mucho entre sí. Matsumoto conoció de cerca este sistema, pero después de 25 años en la industria, sus prioridades son otras.
“Ahora es más importante para mí ser capaz de hacer cosas a mi propio ritmo que tener éxito comercial. Antes, solía realmente esperar que mis libros vendiesen bien, pero al mismo tiempo odiaba seguir las reglas. En ese entonces estaba siempre enojado”
Cuando conoció el modo de trabajo de sus colegas franceses, que publicaban en volúmenes únicos en lugar de serializados, vió las ventajas que tenía y decidió hacer un manga en ese formato. Éste fue GoGo Monster (2000), la historia de un niño de primer grado convencido de que en el cuarto piso de su escuela viven criaturas sobrenaturales.
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“Quería escribir manga con el que estuviera completamente satisfecho, pero el sistema japonés basado en series serializadas no me permitía conseguir este tipo de objetivo. Fue en ese momento que empecé a trabajar con Mr. Hideki Egami, uno de mis editores. Él me apoyó, mientras que mi editor de entonces Mr. Hori era más cauteloso al respecto. Después de todo, pasé casi tres años trabajando en GoGo Monster”
Sin embargo, manejar una total libertad en cuanto a los tiempos de entrega no siempre es una ventaja.
“Cuando estaba trabajando en GoGo Monster, seguía volviendo a páginas que ya había terminado una y otra vez, y ya no era capaz de decir si eran buenas o malas. Recuerdo que después de terminar las primeras 400 páginas, quería abandonar todo. Quería corregir tantas cosas, no tenía fin. Claramente los autores de las bandes dessinée están acostumbrados a esta forma de trabajar, pero para los autores japoneses acostumbrados a tener fechas límite para sus páginas y obligados a seguir los comentarios de los editores, paradójicamente es muy difícil trabajar con tanta libertad”
Finalmente encontró el equilibrio trabajando mensualmente. La fecha es acordada con anterioridad, lo que le permite organizar el tiempo para cada etapa del proceso (borrador, tinta, coloreo, etc). Esto lo fuerza a permanecer más concentrado, a diferencia de cuando tiene más tiempo. Actualmente se encuentra trabajando en un manga que saldría para el otoño de este año, en colaboración de nuevo con Issei Eifuku –el mismo escritor de Takemitsu Zamurai – titulado Mukashi no Hanashi (Cuentos Antiguos).
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No hay duda de que la obra de Matsumoto es un mundo en el que vale la pena descubrir, adentrarse y volver una y otra vez. En un momento en que es difícil publicar libros que no sean fáciles de consumir, la riqueza de su arte y la profundidad de sus historias son rarezas con las que es bueno encontrarse.
Fuentes: du9 – The Japan Times 1, 2 – Sequential Highway – Comics212 | Fotos: Taiyo Matsumoto© | Redacción: Florencia Copertari | © 2020 Todos los derechos reservados a Xiahpop®