¿En qué pueden estar relacionados Los Viaje de Gulliver y la película El Castillo Flotante de Hayao Miyazaki? Los lectores asiduos lo sabrán pero quienes solo conozcan una parte de la historia querrán conocer la otra.

No hay dudas de que nuestra imaginación es la alternativa más económica y efectiva a la hora de viajar. No existen límites temporales ni espaciales si se trata de recorrer el mundo y su historia a través de los recursos fantásticos que la complejidad del espíritu pone a nuestra disposición.

En este sentido la literatura desde sus inicios ha sido uno de los vehículos predilectos para ese tipo de viajes, y “Gulliver’s Travels” del escritor ingles Jonathan Swift, un caso paradigmático y piedra fundamental en este subgénero de la literatura fantástica. Si quieren emprender esta travesía necesitan dejar en casa todos los prejuicios y cargarse con altas dosis de curiosidad; advertidos están.

Los viajes de Gulliver

Estimo que mucho de ustedes conocen la idea central de este relato publicado en 1726. Desde pequeños entramos en contacto con sus múltiples adaptaciones (libros para niños, series animadas, películas) y nos sentimos maravillados por la posibilidad de transitar por inhospitos mundos sin movernos de la comodidad de nuestro hogar. Ya más grandes comprendemos el sentido satírico y la fina ironía política que encierra el relato, una critica a sus contemporáneos y a la condición humana per se.

No es la idea de esta nota perdernos en la trama de esta obra, sino hacer expresa mención de un fragmento que seguro pasó inadvertido para todos ustedes y al que solo se accede con una atenta lectura del original. Debo esta revelación al sitio “De Traducción y otros demonios”, de donde extraje la información que comparto con ustedes a partir de estas líneas.

Gulliver y la historia de Japón

Se preguntaran ustedes con que excusa traigo a Lemuel Gulliver a esta página. En su viaje de vuelta desde la isla de Luggnagg, el joven aventurero realiza una escueta parada en las costas de Japón. Sí, así como leen. En ese momento el Imperio del Sol Naciente se mantenía reticente en la relación con el resto del globo y por ese motivo los extranjeros eran tratados con convincente hostilidad. Lo que en esta época aun resulta exótico, en esos siglos era sencillamente patrimonio de la mitología. Es tal la situación, que para salvar su pellejo el protagonista del relato se hace pasar por un comerciante holandés.

Podemos encontrar en esta parte del libro la mención de una práctica habitual en esa época de poderío nipón. Hasta la Restauración Meiji los católicos no eran bienvenidos en ese país. Para poner en evidencia las costumbres católicas y detectar a sus simpatizantes, los locales recurrían a un particular método; el fumi-e. Literalmente traducido como “pisar sobre imágenes”, el fumi-e (踏み絵) era una imagen de Cristo o la Virgen María que las autoridades religiosas del shogunato de Tokugawa obligaban a pisar a aquellos sospechados de ser católicos o tener contactos con esa religión. Aquellos que no superaban esta particular prueba, eran obligados a apostatar (renunciar a la religión), y en caso contrario eran torturados e incluso asesinados. Son famosas las ejecuciones en el Monte Unzen de Nagasaki, donde los infieles eran lanzados a un volcán (en plena actividad, por supuesto).

Fumi-e, Gulliver y la religión

El fumi-e era habitualmente una talla de piedra, pero también se encontraban pinturas o exponentes tallados en madera. Swift no fue el único en reflejar esta prueba, sino que podemos encontrar testimonios escritos en la obra de Oliver Goldsmith o incluso en el «Candido» de Voltaire. Vaya manera de poner a prueba la fé de sus visitantes. ¿No?

Pero no nos distraigamos de nuestro viaje, y sigamos acompañando a Gulliver en su travesía. Amparado en una supuesta recomendación del gobernante de Luggnagg y debido a la transitoriedad de su paso por el país, es dispensado de esta práctica y salva su vida. Pero el coqueteo de esta historia con Japón no termina en esta anécdota, pues hay otro detalle que seguro les resultará mas interesante.

El Castillo en el Cielo

A esta altura del partido, estoy convencido de que todos conocen “El castillo en el Cielo”, una de las grandes películas del maestro Hayao Miyazaki, protagonizada por la heroína Sheeta. Si indagamos un poquito más sobre este film , encontramos que su titulo original es “Tenkū no shiro Rapyuta” o simplemente “Laputa”.

¿Y que tiene que ver esto con Gulliver?

Se preguntaran…Tranquilos, no sean ansiosos. Luego de ser atacado por un grupo de piratas, el protagonista del relato de Swift llega a una isla desierta, cerca de la India. Allí es rescatado por los habitantes de una enorme isla flotante. Si son avispados y atan cabos, adivinaran enseguida el nombre de ese particular reino…Correcto.

Según la ficción, Laputa es una isla flotante con base de diamante que se mantiene en los aires por la compleja interacción entre un imán gigantesco ubicado en su centro y la Tierra. Sus habitantes son un tanto particulares, ya que encuentran deleite en las artes musicales y las matemáticas, aunque son descritos como distraídos y hasta un poco bobos. La búsqueda poco practica de logros científicos parece ser el único fin de quienes transitan este particular territorio.

Laputa en la historia

Si nos remontamos un poco más en el tiempo, podemos encontrar una mención de esta isla en la obra de Platón, en la que es denominada “Laputatilis” y está habitada por mentes evolucionadas y duchas en las ciencias y técnicas avanzadas.

Clara está entonces la relación entre esta historia y la película producida por Studio Ghibli en 1986. Menudo problema se encontraron a la hora de distribuir esta producción en los países de habla hispana, pues no es necesario que les explique el tono despectivo que “Laputa” despierta en el público. Independientemente del desacierto de la traducción, no podemos negar que estamos en presencia de una exquisita película, otra muestra cabal del talento de Miyazaki como director y guionista, junto al excelso trabajo de su equipo de ilustradores.

Los viajes de Gulliver más allá de la Luna

Para ser justos, antes de dejar atrás los antecedentes cinematográficos es propio señalar que los estudios Toei fueron los precursores en esta materia. En 1965 y en pleno auge de la exploración espacial, vio la luz “Los viajes de Gulliver más allá de la Luna” (Garibā no Uchū Ryokō). Esta aventura animada, protagonizada por el huérfano Ted, presenta a Gulliver como un anciano científico que vive en medio del bosque y dedica los últimos años de su vida a la exploración del Universo. Alertados por los descalabros que la Reina Purpura está ocasionando en el planeta Esperanza Azul, el pequeño y el anciano junto a una particular compañía, se encaminan en un viaje por toda la Vía Láctea. Armados con pistolas de agua y bombuchas, vencerán a la tirana y sus secuaces. Todo tan naif que quedé edulcorado.

El parque temático “El Reino de Gulliver”

No todo termina acá, pues me gustaría terminar con un dato que aportará la cuota macabra a esta nota. Somos conscientes de que los japoneses están acostumbrados a realizar parques temáticos sobre cualquier cosa que se les antoje y esta no fue la excepción. En el año 1997 y a la sombra del majestuoso Monte Fuji, fue inaugurado “El Reino de Gulliver”, un complejo de entretenimiento destinado a traer a la realidad la maravillosa historia de Swift. Una serie de desaciertos económicos y una pésima sucesión de decisiones, convirtieron a este parque temático en una verdadera pesadilla.

Los alrededores del Monte Fuji (visitado por más de 25 millones de turistas al año), son sin duda un gran escenario para la instalación de un parque temático, pero el gigante volcán (aun en reposo), también tiene su lado oscuro. Es que muy cerca de él se encuentra uno de los “6 lugares más tenebrosos de la Tierra”. Nos referimos al bosque de Aokigahara, conocido popularmente como el “bosque suicida” (de hecho ocupa el segundo puesto en el numero de suicidios luego del Golden Gate en San Francisco).

La secta Aum Shinrikyo

Como si esto fuera poco, los otros vecinos son la población de Kamukuishiki se hizo mundialmente conocida por ser el cuartel central del culto apocalíptico Aum Shinrikyo, responsables de los ataques terroristas con gas sarín en el metro de Tokyo en el año 1995. Algunos habitantes de la villa afirman que todavía se puede sentir el hedor producido por la antigua planta de producción de esa fatal sustancia.

En definitiva, desde sus inicios este parque estuvo condenado al fracaso. Luego de ser clausurado, el lugar entró en ruinas y todavía subsisten algunas de las atracciones, a las que el abandono y el paso del tiempo les ha dado un aspecto realmente tétrico. Si algún día transitan esos caminos, los obligo a atravesar las puertas del Reino de Gulliver.

Sin mucho más que agregar los invito a que se animen a acompañar a Gulliver en su viaje y lean el fantástico relato de Swift. Peco de egoísta si no hago lo propio con “El Castillo en el Cielo”, un clásico de la animación japonesa. Respecto al parque temático, puede ir solitos que no los voy a extrañar.

Espero que estas líneas hayan sido de su agrado. Siempre es grato cruzarnos con curiosidades y datos que alimentan el imaginario colectivo, y de paso, suman para nuestra cultura general. Si algo de eso he logrado, solo me queda parafrasear a Gulliver cuando fue rescatado por esa inmensa isla flotante y exclamar “Laputa que vale la pena estar vivo!!!”.

Fuente: “De traducción y otros demonios” + Web Urbanist + Wikipedia | Imágenes: Parque Temático – Old Creeper [Flickr/mutantmandias] | Redacción: Hiroshi Todos los derechos reservados a Xiahpop®