El manga de la revista Garo: “Posguerra y Revolución juvenil”
Entre 1964 y 1997 existió una revista de manga llamada Garo, que dio lugar por primera vez a una serie de mangakas que hoy son considerados de culto.
Si bien siempre se habló de ella como manga alternativo, ambas definiciones le son esquivas. Lo que es claro es que, si bien sus autores circularon por varios tipos de mercados, el contenido que aportaron a Garo siempre fue transgresor y contra hegemónico, en su postura ideológica y política, y en su carácter formal y narrativo. Y esto fue gracias a la decisión de los editores de darles absoluta libertad. Hoy en día, algunas obras de sus artistas están comenzando a ser traducidas. Sin embargo, el contenido de Garo permanece inaccesible para la mayor parte del mundo.
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Mukashi, mukashi…
Como algunos sabrán la palabra “manga” se escribe en katakana (マンガ), un silabario mayormente usado para palabras extranjeras, pero no siempre fue así. En sus inicios, se escribía漫画, con los kanjis de casual/al azar (漫) y de imagen/dibujo (画). Y esto se debe a que, en sus inicios, estaba asociado al humor y la sátira. Como dice Akira Maruyama en una entrevista, antes de la Segunda Guerra Mundial, el manga era una excusa para meter un chiste. Fue Osamu Tezuka quien cambió esto cuando comenzó a utilizar el manga para contar historias. Inspirado en películas que había visto de niño, comenzó a experimentar con técnicas cinematográficas: close-up, variedad de ángulos… Además incorporó emociones que no solían verse antes en los cómics, como la tristeza y el enojo.
Mientras en las calles estaban el kamishibai, un espectáculo infantil donde una persona narraba una historia mientras iba mostrando secuencialmente paneles de imágenes. El performer (kamishibaiya) recorría la ciudad con su bicicleta con un simple dispositivo de madera en el que exhibía las imágenes. Muchos de los que fueron luego importantes mangakas empezaron realizando kamishibai.
En estos tiempos, el reciente mercado de manga estaba dividido en dos: el mercado de libros de alquiler llamado kashihon y el mercado tradicional de libros (zasshi bunka). Éste último se encontraba centralizado en Tokyo, donde se empezaron a formar las principales editoriales de manga.
Dos de ellas – Shogakukan y Kodansha -, gracias a la gran demanda de los lectores, modificaron la periodicidad de sus revistas de mensual a semanal. Esto provocó una aceleración importante en el mercado que terminó afectando al contenido de los mangas.
La reciente industria televisiva se benefició de esto adaptando gran parte de los cómics a formato animado, lo cual impulsaba a su vez la venta del manga original. La cantidad terminó siendo más importante que la calidad.
Por otro lado, en Osaka, prevaleció el mercado de kashihon. En palabras del mangaka Yoshihiro Tatsumi:
Si el manga de Tokio estaba relacionado con trabajadores de collar blanco, el de Osaka era el de los peones.
Según el investigador de manga Shige Suzuki, el dinamismo de la cultura editorial de Osaka fue lo que le permitió crear algo diferente y Tatsumi era consciente de ello. Por eso en 1957, acuñó el término gekiga (dibujos dramáticos) para diferenciarse del manga que creaba contenido dirigido a niños. Influenciados por los noir films de Francia y Estados Unidos, varios mangakas siguieron a Tatsumi creando dramas psicológicos e historias de detectives pensadas para un público más adulto. El estilo gráfico también cambió. A diferencia de Tezuka que estaba muy influenciado por Disney, optaron por una trazo más visible y menos prolijo trabajado en tinta con una estética expresionista.
En 1959, se mudaron a Tokio y crearon el colectivo Estudio Gekiga (Gekiga Kōbō), que si bien duro sólo unos meses, tuvo una gran influencia e inspiró a muchos mangakas a seguir por ese camino.
Make Manga, Not War
Si bien las memorias de la Segunda Guerra Mundial se mantuvieron ocultas en el discurso político, no pasó lo mismo en el ámbito cultural. En medio de este agitado clima político se encontraba Shirato Sanpei, hijo de un artista activista, kamishibaiya devenido en mangaka . Su primer comic, Ninja bugeicho, fue el primer manga sobre el que se empezó a escribir crítica. En 1964, se une a Nagai Katsuichi, quien había trabajado en el mercado kashihon, y crean la revista de Garo.
Una de las primeros cómics en serializarse fue La leyenda de Kamui (Kamui-den) del mismo Shirato Sanpei. Kamui-den es una historia situada en el siglo XVIII acerca de la revolución de un pueblo en contra de sus opresores. Este pueblo era parte de los burakumin, una minoría de Japón que originalmente consistía en trabajadores de tareas “impuras” desde el punto de vista confucionista (por ejemplo, aquellos que trabajaban con la carne) y es hasta el día de hoy que sus descendientes siguen siendo marginalizados.
No es inocente que Shirato haga resurgir la memoria de esta comunidad en una época en la que la representación de la historia de Japón en los libros educativos era fuertemente controlada por el gobierno. La importancia que le da Shirato al aspecto pedagógico del manga es clara en los primeros años de Garo. En sus palabras:
La influencia de la educación es grande y las responsabilidades de los educadores pesadas. Si hay quienes crían árboles jóvenes para que sean robustos y fuertes, también hay quienes manipulan a los niños como títeres.
Estamos en 1960, año en que debía renovarse el Tratado de Seguridad entre Estados Unidos y Japón, también conocido como Anpo, lo cual significaba poner al país en riesgo de ser atacado dentro del contexto de la Guerra Fría. Después de los desastres ocasionados por la Segunda Guerra Mundial, la gran mayoría de los japoneses estaban en contra y salieron a manifestarse desatando toda una serie de protestas, en las que los estudiantes universitarios formaban una buena parte. Y fue este sector fuertemente radicalizado el que sintió más afinidad con Garo.
El escritor Kato Hidetoshi, que en ese momento trabajaba como profesor en la Universidad de Kyoto, cita que cuando los editores preguntaban a sus lectores que les gustaría hacer, se encontraban con respuestas como “confrontar a la policía con Garo en el bolsillo”.
Nobuhiro Takemoto, uno de los líderes de la agrupación comunista Nihon Sekigun (Ejército Rojo Japonés) escribió:
Las revueltas agrarias que representa Shirato deben proyectarse en los movimientos revolucionarios contemporáneos.
Otro importante colaborador que pasó en estos años por Garo es Mizuki Shigeru, mayormente conocido por GeGeGe no Kitarō. Con un tono menos agresivo y más nostálgico, en Namahage hace una crítica a la sociedad moderna a través de un estudiante que vuelve a su pueblo en la zona rural de Japón. Cuando su madre le advierte no use una máscara de Namahage (espíritu maligno) porque estaba embrujada, con soberbia se burla por creer en supersticiones y se la coloca. Pero al sacarla, descubre que tiene la cara de Namahage.
Fuentes: katodb.la.coocan.jp, academia.edu, tcj.com, visualizingcultures.mit.edu, zoomjapon.info, neuviemeart.citebd.org, leapleapleap.com, Marc Bernabe, The Gekiga Tradition: Towards a Graphic Rendition of History, Dreamland Japan: Writings on Modern Manga, Manga’s Cultural Crossroads | Redacción: Florencia Copertari | ©2008-2020 XiahPop | Todos los derechos Reservados | All Rights Reserved