En esta ocasión reseñaré The Birth of Saké (2015) un documental dirigido por Erik Shirai que pudimos ver en el Festival de Cine de Mar del Plata el año de su estreno.

El proceso que se inicia con la cosecha del arroz y concluye con el envasado y posterior distribución de esta icónica bebida nipona se evidencia en este film como la excusa perfecta para que conozcamos a las laboriosas manos que le dan sentido, su verdadera esencia.

En jornadas que anticipan al alba, cada uno de los trabajadores de Tedorigawa pone lo mejor de sí para que la marca distintiva de la tradicional destilería – con casi 150 años en la noble tarea de producir saké– no ceda ante el paso del tiempo.

Como artesanos frente a pequeñas piezas de porcelana y en una comunión de experiencia, técnica y fraternidad, cada uno de los protagonistas de este documental hace suyo el objetivo de lograr el mejor sake de Japón.

Historias de vida

Son distintos los motivos que congregan a los trabajadores en este lugar. Muchos de ellos están ahí por un mandato familiar que luego muto en vocación, como es el caso del joven Yachan, futuro presidente de la compañía, pero que no duda en trabajar a la par de sus compañeros.

Yamamoto San, es un personaje en sí mismo. Este vital anciano de 68 años lleva orgulloso el titulo de toji, el maestro que se encarga de supervisar todo el proceso desde el inicio hasta el final, y de quien en cierta forma depende el éxito o no del producto terminado.

Bonachón y con una sabiduría que genera la reverencia y el cariño de sus compañeros en partes iguales, es el responsable de guiarnos a través de este magnífico viaje por la destilería, siendo el generoso portavoz de un método milenario.

El trabajo en equipo es tan importante como cada una de las habilidades personales de los integrantes de esta singular “familia”.

Este último concepto no resulta antojadizo, pues dada las particularidades del proceso productivo los trabajadores deben pasar 6 meses juntos, dedicados casi tiempo completo a su tarea.

El vínculo que se crea entre ellos es tan genuino, que muchas de las cuestiones que podríamos ver en grupos reunidos bajo el auspicio de un apellido o la misma sangre, se replican en las condiciones de laboratorio que presenta la destilería a partir de cada octubre.

Impacto visual

Desde lo visual valen destacar la belleza de algunos planos propuestos por el director, mérito que no solo reposa en su pericia sino también en el aura mágica que rodea todo lo que sucede en este establecimiento fabril, justo donde las viejas técnicas conviven con las nuevas maquinarias, todo ello amparado bajo el vapor y el aliento del invierno.

La tecnología opera en este caso como un comodín técnico a favor de la labor humana, pues tal como lo dijimos, lo que marca la diferencia y distingue a este saké de sus competidores es el compromiso vital que cada uno de los hombres pone en cada una de las etapas de producción.

Erik Shirai nos abre las puertas de un mundo que se devela tan misterioso como bello, convirtiendo a The Birth of Saké no solo en un exquisito documental, sino en un breve y agradable destilado de la condición humana.

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