Tokio Blues (Norwegian Wood): El inicio de un viaje literario
La escritura siempre es una experiencia solitaria, aunque el autor intente ocultarlo tras diferentes matices. Al leer, lo mínimo que podemos hacer es corresponder a esa entrega con nuestra propia soledad. Al abrir las páginas de un libro, dos mundos se encuentran, creando una realidad completamente nueva.
En esta serie, los invito a acompañarme en la lectura de Tokio Blues (Norwegian Wood, ノルウェイの森), la novela más popular de Haruki Murakami, que se ha convertido en una pieza de culto entre los jóvenes. A través de sus capítulos, descubriremos juntos los escenarios y personajes que definen esta historia, y quizás, de paso, descubrimos algo nuevo sobre nosotros mismos. ¿Se animan a acompañarme?
Capítulo 1: El Pozo
Es fascinante cómo en este primer capítulo, eminentemente descriptivo, la memoria juega un papel crucial, pero siempre puesta a prueba. En Norwegian Wood, no se trata tanto de qué recordamos, sino de la integridad de esos recuerdos. A veces creo que forzar un recuerdo es intervenir en un proceso que no entendemos del todo. Somos quienes somos gracias a nuestra memoria, pero esta es solo una parte de algo mucho más complejo y caprichoso. El poder elegir qué recordar sería la solución a muchas de nuestras tribulaciones, pero esa posibilidad siempre parece escaparse de nuestras manos.
El primer nombre que aparece en la novela es Naoko, pero aún no sabemos mucho de ella. La imaginamos tomando forma a medida que el narrador, Watanabe, nos la describe. Al leer esas primeras líneas, me siento como un intruso, observando una escena que no está destinada a mí, siendo testigo de una relación de la cual no tengo derecho a participar, más allá de ser un espectador silencioso.
No quiero sonar demasiado pesimista desde el principio, pero la tristeza se hace presente de inmediato en Norwegian Wood, no como un recurso estilístico, sino como una presencia tangible. Si esperaban una historia donde todo salga bien, creo que deben ir borrando esa idea. Murakami no promete una narrativa colorida, sino que nos introduce en una paleta de colores mucho más sobria: un verde pálido que aparece como el primer tono de su universo literario.
Watanabe es quien narra la historia, y su relato comienza con un flashback difuso que lo conecta con la realidad en la que se encuentra. Un final de vuelo y una melodía impersonal son los disparadores de una serie de recuerdos. La nostalgia se siente desde las primeras páginas, y sin darnos cuenta, nos hacemos responsables de un peso que no nos pertenece.
Con esto termina el primer capítulo. Los invito a seguir leyendo, porque esta historia recién comienza…
Créditos: Planeta Libros Redacción: Gastón Vena