Durante algunos años de su vida como artista, el reconocido pintor Vincent Van Gogh fue influenciado por la cultura japonesa, a la cual convirtió en una de sus más grandes musas a la hora de darle vida a sus obras de arte.

Vincent Van Gogh fue un pintor holandés del siglo XIX cuya fama a nivel mundial es imposible ya de cuantificar, aunque nunca disfrutó de ese reconocimiento en vida. A pesar de que sus obras más famosas están presentes en museos, en exhibiciones y hasta en objetos y ropa, su amor por el arte japonés y la cultura de Japón es un aspecto de su vida artística que no mucha gente conoce.

A este amor por el “país del sol naciente” que Van Gogh – y otros artistas como su otrora amigo Paul Gauguin y el escultor francés Auguste Rodin– sentía, se lo conoce como “japonismo”, y consistía no solo en una admiración profunda por la obra de los pintores japoneses, sino también en un gran interés por conocer al detalle cómo eran la sociedad, la cultura y las costumbres del Japón de ese entonces.

Cortesana (después de Eisen) de Vincent Van Gogh (1887)

Viajar a Japón, a través del arte

La revolución industrial japonesa, bajo el reinado del emperador Meiji, insertó a Japón en el mundo occidental. Durante esa época, el país asiático transitaba grandes y modernas reformas sociales, tecnológicas y productivas.

Como consecuencia, entre sus habitantes existía una especie de fascinación por todo lo que provenía del lado oeste del Meridiano de Greenwich. De manera simultánea, Europa conocía por primera vez la cultura japonesa, y esto derivó en una creciente fascinación de las clases altas por “lo japonés”, desde objetos y moda hasta arte.

Van Gogh, siempre al borde de la pobreza, nunca conoció el país que lo maravillaba y lo inspiraba. Sin embargo, el pintor coleccionó 660 obras de pintores japoneses. A través de ellas, Van Gogh pudo estudiar en profundidad el trazo, las técnicas, las temáticas y el colorido del arte japonés, aspectos que intentó imitar y adaptar a su propia identidad como artista durante ese período de su vida.

A pesar de que el pintor holandés dijo nunca alcanzar la maestría de los pintores japoneses que admiraba, Van Gogh creó aproximadamente 60 pinturas con diferentes técnicas provenientes de Japón. Llamó a esta serie de pinturas “Japonaiserie”.

Una de ellas, y la que Vincent más apreciaba y más imitaba, era el ukiyo-e (“imágenes del mundo flotante”), la técnica de impresión sobre madera (xilografía, para Occidente), donde los japoneses plasmaban diferentes escenas de la vida cotidiana o detallados paisajes. Uno de los pintores predilectos de Van Gogh, era Utagawa Hiroshige.

Ciruelo floreciente (después de Hiroshige) de Vincent Van Gogh (1887)

Fascinación y consuelo

Para Van Gogh, su etapa artística japonismo fue tan importante que no solamente fue uno de sus momentos más prolíficos como pintor, sino que también se convirtió en una manera de expresar sus sentimientos.

Van Gogh regaló cuadros a sus seres queridos donde los representaba al mejor estilo japonés, plasmó su amor por la naturaleza, re-imaginando los paisajes nipones que veía en las obras que compraba, y el estilo artístico de sus maestros japoneses lo ayudó a transitar algunos de los peores momentos de su salud mental. En una de sus muchas cartas a su hermano Theo, escribió:

“¿No es casi una nueva religión la que nos enseñan estos japoneses, que son tan simples y viven en la naturaleza como si ellos mismos fueran flores? No es posible estudiar el arte japonés, me parece, sin volver más feliz y alegre, y nos hace retornar a la naturaleza, a pesar de nuestra educación y nuestro trabajo en un mundo de convenciones”

Vincent van Gogh, Carta a Theo, 24 de septiembre, 1888.
Retrato de Julien Tanguy, Vincent Van Gogh (1887). Tanguy era un mercader a quien Van Gogh compraba las obras provenientes de Japón, y con quien compartía muchas charlas acerca del país, aunque ninguno lo conoció jamás.

Tal era su amor por el arte japonés, que en su Autorretrato con la oreja cortada, testimonio de una de las etapas más oscuras de su vida, se puede ver un lienzo japonés ubicado detrás del pintor. 

Autorretrato con la oreja cortada, Vincent Van Gogh (1889)

El ocaso de una pasión

El amor de Van Gogh hacia Japón se fue desvaneciendo con el tiempo, y el pintor dejó paulatinamente de imitar artistas japoneses hasta abandonar ese interés por completo.

Se cree que se debió a la influencia cada vez más limitante de su compañero artístico, Paul Gauguin, o al progresivo deterioro de su salud mental.

Sean cuales sean las razones, el “japonismo” de Van Gogh cuenta con algunas de sus obras más personales y reconocidas por los críticos del arte modernos, y por el público en general. 

Además, ya sea consciente o inconscientemente, la influencia de Japón continuó presente en los trazos de Van Gogh, durante lo que restaba de su vida.

La colección de obras japonesas de Vincent Van Gogh está disponible de forma online en la página oficial del Van Gogh Museum en Ámsterdam.

FUENTES: Domestika, El País, Imagine Van Gogh, Cool Japan, 3 minutos de arte | Redacción: Carla Bastien ©2008-2022 XiahPop | Todos los derechos Reservados | All Rights Reserved