Cualquier castigo corporal es reprochable y  debemos coincidir en que el desagrado se acentúa si el maltrato se da en el ámbito escolar. Por fortuna hace algunas décadas las practicas de este estilo han ido desapareciendo y se recurre a otros recursos pedagógicos para lograr ese objetivo tan noble como es educar a un niño o un adolescente. El fin nunca justifica los medios, y menos aun cuando eso implica un padecimiento para el otro.

Durante el Periodo Showa (1926 a 1989), era muy común en los ámbitos educativos de Japón que los docentes recurrieran a técnicas poco ortodoxas para escarmentar a los alumnos.

No interesaba si se trataba de la escuela primaria, la preparatoria o la secundaria. De hecho, era inconcebible para esos tiempos una escuela en la que no se recurriera a estas técnicas.

En el primer puesto nos encontramos con una práctica que yo creía que solo aplicaban los hermanos mayores a los más pequeños, pero me parece que era más popular de lo que pensaba. ¿Acaso te resulta extraño que un profesor haga que sus alumnos huelan sus axilas? Al parecer fue uno de los métodos utilizados por los profesores de esa época para humillar a sus alumnos. Se reconocían diversas variantes, aunque la exposición directa a la axila sudorosa era la más común. Los mas sutiles impregnaban un pañuelo con sus particulares perfumes corporales y los ponían sobre las narices de los “rebeldes”.

Pellizcar la entrepierna de los estudiantes con una especie de alicate al parecer era otro de los singulares métodos de tortura cotidiana que utilizaban los docentes para calmar los ánimos de la clase. Parece cruel, pero era más habitual de lo que se nos ocurre. En general no se dejaban marcas en el cuerpo del alumnado, pero había algunos maestros que tendían a excederse en la aplicación de este tormento.

El taiko (太鼓) es un tambor japonés de gran tamaño que se utiliza en la música tradicional y también en celebraciones populares. Es ejecutado con unos palillos de madera llamados bachi, que generalmente tienen diversos tamaños. Algunos profesores, melómanos por naturaleza, aplicaban golpes con estos palillos a los alumnos más difíciles con la finalidad de ponerlos en regla. Generalmente elegían los más gruesos y solidos para causar más impresión, provocando en alguno de los jóvenes daños considerables e incluso desmayos. Notaran que a medida que avanzamos en la mención de las practicas nos encontramos con detalles realmente detestables.

El apretujón de cráneos también era una opción si lo que se pretendía era educar japoneses firmes. El cruel profesor se colocaba frente a su víctima y con las dos manos apretaba progresivamente los lados de la cara el joven o la jovencita, causando así un dolor considerable en la zona. Algunos mas sádicos imprimían cierta sacudida en la técnica para causar más daño.

Ya más cerca de nuestro tiempo, algunas practicas eran más sutiles pero igual de tortuosas.

Uno de los lectores, por ejemplo, contó como su profesor lo castigo por llevar mangas al salón de clase. En primer lugar lo retiró hacia el salón de profesores y lo hizo colocarse en la posición de seiza, una manera de arrodillarse propia de las practicas de meditación. Luego colocó los mangas que había llevado a clase sobre la cabeza del impávido alumno y lo obligó a mantener el equilibrio. Mientras tanto con un bachi golpeaba rítmicamente sobre la cabeza.

Más allá de que estas prácticas ya son patrimonio de un pasado autoritario, es posible que versiones más sutiles todavía circulen por las aulas niponas, donde la conducta y la autoridad son todavía valores absolutos.

Fuente: RocketNews24 | Foto: Wikimedia Commons | Redacción y traducción: hiroshi@xiahpop.com | © 2019 Todos los derechos reservados a Xiahpop®