A lo largo de estos años he escuchado infinidad de excusas para justificar hechos delictivos. Aquellos que tienen la mano floja y son amigos de lo ajeno suelen elaborar trabajados argumentos para dar sustento a sus fechorías, pero el amigo chino que nos convoca en esta oportunidad es sin dudas un muchacho singular.

Para continuar, debemos trasladarnos a la ciudad de Nanjing, en China, donde un joven fue arrestado luego de haber robado la friolera de 800 libros relacionados con temáticas tan dispares como las ciencias sociales, compendios de historia y poesía moderna; todos ellos de una pequeña librería de la ciudad. Frente al lógico interrogatorio de la policía frente a este tipo de casos, el joven ofreció una respuesta que los dejó a todos pasmados: robaba para encontrar entre las páginas de los libros el sentido de la vida. Chorro culto si los hay.

Claro, el dueño de la tienda notaba que todos los días desaparecían de las bateas una cantidad considerable de material, por lo que decidió acudir al auxilio de las autoridades policiales locales. Los oficiales pusieron en marcha un discreto operativo de vigilancia con la finalidad de descubrir a los responsables de esos robos. En medio de la tarea, notaron como todos los días llegaba al local un jovencito en su bicicleta, que por cierto tenia una llamativa capacidad de carga. Luego de unos minutos adentro de la librería, el muchacho en cuestión salía atiborrado de libros, los que cargaba como si nada en su bicicleta y asi emprender viaje vaya a saber uno hacia donde.

Luego de unos días de observar este comportamiento sospechoso, y con más certezas que otra cosa, la policía solicitó al dueño de la tienda que revisara su inventario luego de la partida del posible chorro literario. Impávido frente al descubrimiento, el librero notó que 30 libros habían desaparecido como por arte de magia. Confiados en su instinto –aunque a esta altura ya era más que obvio- los policías decidieron aprehender al hampón en cuestión.

Luego de la intervención de la policía, quien conoceremos simplemente como Mr. Lee, admitió que había estado “retirando” libros de la tienda desde Febrero de este año, construyendo así una respetable colección, a base de tres o cuatro incursiones semanales en el mismo local. Según su testimonio, luego de leer lo que necesitaba y a medida que necesitaba llenar la caja chica, vendía los libros que menos le interesaban.

En un tono bastante trágico y lo suficientemente convincente como para conmover a la opinión publica, el hombre atrapado in fraganti, comentó que había comenzado a robar los libros para encontrar algún sentido a su existencia, pero que luego de leer páginas y páginas, no llegó a ningún resultado concreto, frustrándose su objetivo existencialista.

 

 

 

Independientemente del tono cómico de esta anécdota, es momento de que nos sinceremos y confesemos nuestros robos. Todos en menor o mayor medida nos hemos quedado con un libro que no nos pertenece, y aunque no llegamos al punto de este literratero chino, probamos el dulce sabor del delito impune. Este es un mensaje para VOS, que estás leyendo estas líneas. Te señalo y obligo a que confieses tu crimen literario más abajo en los comentarios. No se preocupen que les aseguro confidencialidad, amparada por el secreto profesional. Espero sus confesiones, no sean timidones.

Fuente: RocketNews24.com / hiroshi@xiahpop.com